martes, 7 de septiembre de 2010

Descubriendo nunca jamás.

La sociedad ha cambiado. Ya no hay intenciones de buscar ser jóvenes, de mantener la plenitud física y el apogeo intelectual. Al grito de todos a una la gente busca el secreto de la eterna niñez, dejando a un lado las anteriores intenciones de buscar la eterna juventud. Ésta es una muestra más que nos indica el declive social en el que nos vemos envueltos. No se busca tener la sensación de sentirse más vivo, sino que gustamos de estar adormecidos. Se busca el agarrarse al ritmo y no imprimir nuestros detalles.

Resulta hiriente escuchar niñadas de gente que han pasado los veinte. Uno de los ejemplos más agonizantes se lo oí a un niño de treinta años, casado y con casa propia (eso sí pagada por sus padres). El niño había recibido un pedido, para mostrar su maestría de pincha discos, y a la observación del padre, atónito al no ver uso a tan caros aparatos, respondió con un "pues para lo mismo que quieres tú a las gallinas". Desapareció entonces de su vocabulario la necesidad de comer, pero de su estomago no se agotaron las exigencias de recibir comida empaquetada de su adorada madre.
Así es como parece que buscamos ser, una masa ingente con vocación de contenedor de caprichos que rehuye de tener alguna responsabilidad. No queremos niños porque queremos ser los únicos en nuestra casa, los únicos en anhelar regalos y de soñar con no abandonar nunca nuestro país de Nunca Jamás.

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